La pobreza o precariedad menstrual según el Fondo de Población de las Naciones Unidas (2020) abarca a niñas, adolescentes y mujeres dependientes económicamente, con capacidad adquisitiva limitada o ausente, agravada por infraestructuras inadecuadas para la gestión menstrual (Rossouw y Ross, 2021), así como falta de acceso al agua potable y saneamiento, servicios de atención médica y educación menstrual de calidad, carencia de productos como medicamentos para aliviar el dolor, materiales absorbentes y sanitarios para la recolección de fluidos menstruales. De acuerdo con Sen (2000:14,) la pobreza no define únicamente la falta de ingresos, también es la “privación de capacidades básicas”.
Nussbaum (2003) enlista diez capacidades humanas centrales de las cuales tres tienen relación con la pobreza menstrual: 1) La capacidad de gozar de una buena salud corporal, incluyendo la sexual y reproductiva: un mal manejo de la menstruación puede desencadenar problemas graves y, en ocasiones, irreparables para la salud. 2) La integridad corporal: muchas niñas y adolescentes aseguran no sentirse cómodas durante sus periodos menstruales, porque no cuentan con productos de gestión menstrual. 3) Vivir con y hacia los demás, teniendo participación en diversas formas de interacción social: Las niñas aseguran no sentirse cómodas con su menstruación; como consecuencia, deciden aislarse durante sus periodos, lo que se relaciona con sufrir discriminación o acoso, generándoles miedos acerca del proceso biológico de la menstruación.
En el contexto de América Latina, se evidencia que un número considerable de niñas y mujeres enfrentan la obligación de recurrir a materiales inadecuados como trapos, papel, periódicos, cartón y productos de higiene usados, incluso aserrín, durante su ciclo menstrual (Sumpter y Torondel, 2013). Esta situación surge de la carencia de un acceso digno a elementos esenciales como toallas, tampones o copas menstruales. Esto no solo compromete su bienestar físico, sino que también las expone a riesgos para su salud, incluyendo infecciones y complicaciones en la salud reproductiva (Rodríguez, 2022).
Colombia ha establecido políticas y programas para respaldar los derechos reproductivos de las mujeres, incluyendo lineamientos de equidad de género y derechos sexuales. Sin embargo, la educación sobre menarquia y menstruación para niñas y adolescentes no es una prioridad en la agenda política, ni está integrada en programas educativos. Los programas escolares se enfocan en conferencias anuales en instituciones para prevenir embarazos e infecciones de contagio sexual, enseñando la relación entre ciclo menstrual y reproducción con miras a evitar el embarazo, dejando de lado que la falta de educación en cuidado y salud menstrual puede llevar a las niñas a los siguientes riesgos: 1). Ausentismo Escolar. 2) Baja Autoestima y 3). Salud Física Comprometida. Flores (2019: 1).
La menstruación, considerada el quinto signo vital, es un indicador clave de la salud que puede ayudar a detectar tempranamente patologías. El sangrado menstrual contiene información valiosa, que puede contribuir a la detección temprana de enfermedades y comprensión de este proceso. Es vital monitorear el ciclo menstrual desde la menarquía para entender la salud hormonal y reproductiva. El control del sangrado mensual debería contener mínimo información relevante como:
1.) Color del sangrado.
2.) Cantidad de sangrado
3.) Frecuencia de cambio del producto de gestión menstrual.
4.) Intensidad de dolor durante este período.
5) Sangrado intermedio.
Con el fin de alcanzar lo mencionado, es necesario que niñas y adolescentes, tengan el acceso a insumos menstruales y a herramientas, que permitan manejar esta información y realmente tener un indicador de salud, que aporte a sus vidas autogestión y prevención en salud menstrual, sin embargo, la clasificación de los insumos de cuidado menstrual como no esenciales tiene un impacto directo en su costo, especialmente para niñas y adolescentes de bajos recursos.
Lo anterior crea un desafío económico significativo, ya que estos productos son gravados con impuestos adicionales en comparación con artículos esenciales exentos o con tasas más bajas. Este aumento en el costo, combinado con la limitada capacidad económica, lleva a niñas y adolescentes a buscar alternativas inadecuadas o reutilizar productos, lo que compromete su salud e higiene.
La menstruación se ha convertido en una fuente de lucro para grandes empresas, que han capitalizado la estigmatización de este proceso natural al presentarlo como algo sucio y maloliente. Han desarrollado productos como jabones íntimos, desodorantes y toallitas húmedas que pretenden eliminar los olores asociados a este proceso biológico común entre las mujeres. (MenstruAcción, 2019), y que deja en total desventaja desde un punto de vista social, a las niñas y adolescentes que ven “necesario”, acceder a estos productos para evitar ser discriminadas durante su menstruación.
Conclusión
Los gobiernos mediante sus políticas deben garantizar a niñas y adolescentes una gestión menstrual adecuada, con programas educativos permanentes, con información que enfrente los tabúes, estigmas y discriminación. También deben incluir como derecho, el acceso universal no solo a productos básicos apropiados, sino también, agua potable y saneamiento. Para una niña o adolescente en situación de extrema pobreza, no gestionar la menstruación, la lleva a pérdidas en el sistema educativo, discriminación y afectaciones que, a futuro, las continuara dejando en desventaja y desigualdad, en los sistemas económicos, sociales, culturales y políticos. (Kirk y Sommer, 2006).
Bibliografía:
Flores, C. (2019). El alto costo de ser mujer en el mundo en desarrollo. Banco Mundial. https://www.bancomundial. org/es/news/feature/2019/10/23/el-alto-costo-de-sermujer-en-el-mundo-en-desarrollo
Fondo de Población de las Naciones Unidas (2020)
Kirk, J., y Sommer, M. (2006). Menstruation and body awareness: linking girls’ health with girls’ education. Tropical Institute (KIT), Special on Gender and Health, 1-22. http://www.wsscc.org/sites/default/files/publications/ kirk-2006-menstruation-kit_paper.pdf%5Cnhttp://www. susana.org/_resources/documents/default/2-1200-kirk2006-menstruation-kit-paper.pdf
MenstruAcción (2019). Sangre, sudor y gastos: ¿por qué la menstruación es un factor de desigualdad? – Ecofeminita. Ecofeminita.
Nussbaum, M. C. (2003). Capabilities as fundamental entitlements: Sen and social justice. Feminist Economics, 9 (2–3), 33–59. https://doi. org/10.1080/1354570022000077926
Rodriguez, L. (2022). Todo lo que necesitas saber sobre la pobreza menstrual. GlobalCitizen.https://www.globalcitizen.org/
Rossouw, L., y Ross, H. (2021). Understanding period poverty: Socio-economic inequalities in menstrual hygiene management in eight low-and middle-income countries. International Journal of Environmental Research and Public Health, 18(5), 1–15. https://doi.org/10.3390/ ijerph18052571
Sen, A. (2000). Desarrollo y Libertad.pdf. https://www. caja-pdf.es/2014/09/17/desarrollo-y-libertad-amartyasen/desarrollo-y-libertad-amartya-sen.pdf
Sumpter, C., y Torondel, B. (2013). A Systematic Review of the Health and Social Effects of Menstrual Hygiene Management. PLOS ONE, 8(4), e62004. https:// doi.org/10.13
Zarate, D (2023), POBREZA MENSTRUAL EN ECUADOR: la importancia de proveer toallas sanitarias gratuitas para una menstruación digna. https://library.fes.de/pdf-files/bueros/quito/20539-20230829.pdf